Capítulo 10 Solo se puede confiar en el dinero
Victoria estuvo en el hospital durante dos días; en cuanto vio la factura por los gastos, decidió tramitar el alta, aunque aún tenía fiebre. A pesar de que tenía un buen salario en Club Delta, después de restar sus gastos mensuales, no iba a tener mucho dinero restante y tenía que ahorrar por si surgía alguna emergencia.
Regresó a la habitación del personal y se cambió de ropa; no obstante, aún estaba mareada, así que se sujetó del casillero que tenía al lado. De repente, escuchó el sonido de pasos y, segundos después, la empujaron con fuerza. Se mareó aún más y comenzó a sentir dolor en todo cuerpo luego de golpear el casillero con la espalda y no pudo evitar gritar por el dolor. Su compañera, Daniela Torres, comenzó a gritarle.
—Victoria, ¿qué hace una asesina como tú en mi casillero? ¿Estás intentando robarme mientras no estoy?
—Yo…
Le tomó un instante poder mirar a su compañera, quien la observaba disgustada. Luego, Victoria se dio cuenta de que, desde el día en el que exageraron por el incidente, todos allí sabían que estuvo en prisión y se sintió muy avergonzada.
—Me sentí un poco mareada y me apoyé allí —dijo en voz baja—. No te preocupes, no haré nada.
—¿Quién sabe? Si continúo conviviendo con una criminal como tú, quizás algún me asesines.
Mientras tanto, Gabriela, quien había llegado tarde, notó que Victoria se estaba sobando la espalda y estaba pálida; se acercó de inmediato para ayudarla.
—Daniela, ¿qué estás haciendo? ¿Te encuentras bien, Victoria?
—Estoy bien —contestó mientras sacudía la cabeza.
Gabriela notó el rostro sonrojado de la joven y le tocó la frente.
—¡Ay! Tienes mucha fiebre. ¿Por qué no estás en el hospital? ¿Por qué no te quedaste allí?
—Es solo un resfrío; no debes preocuparte
—Deja de fingir —comentó Daniela luego de hacer un sonido con la boca. Luego, revisó su casillero y cerró la puerta con fuerza para irse—. Le pediré al supervisor que me cambie de habitación porque es desagradable convivir con alguien como tú.
Gabriela observó furiosa a Daniela mientras se iba.
—¿Quién se cree que es? No es mejor que ninguna de nosotras y trabaja en el mismo lugar. No te preocupes por ella, Victoria.
La joven estaba estupefacta al ver a Gabriela, quien estaba molesta por la injusticia.
—Gracias, Gabriela —comentó agradecida.
«Gracias por demostrarme que el mundo no es tan malo como parece».
Poco después, golpearon la puerta. Gabriela se acercó y se sorprendió al ver quién era.
—¿Eh? ¿Qué la trae por aquí, señorita Carlota?
La mujer con ojos almendrados no le respondió; solo observó a Victoria mientras se sentaba en la cama para analizar a la joven.
—Tú, ven conmigo.
Hacía dos años que Victoria y Carlota se conocían. Como los medios de comunicación rumoreaban sobre Cristian e implicaban a la propietaria de Club Delta, Victoria hizo todo lo posible por asociarse e investigar. No obstante, solo vio a Carlota desde lejos y con dificultad para reconocerla. Cuando llevaron a Victoria al club hacía dos semanas, la asistente de la gerenta hizo todo lo necesario para arreglar el asunto sin que Carlota apareciera.
—Tu compañera de habitación acaba de hacer una escena en la oficina del gerente y solicitó que la cambien de habitación —explicó la mujer con una ceja levantada—. Parece que ya estás al tanto de la situación. ¿Qué dirás al respecto?
—Nada, yo soy el problema. Puedo irme de esta habitación de personal.
—Al menos eres responsable de tus actos —contestó mientras esbozaba una sonrisa—. Muchas personas trabajan en Club Delta y si todos comienzan a crear conflictos internos como tú, el lugar no podrá operar. ¿Qué te parece si te transfiero al Departamento de Limpieza, donde habrá menos interacción con los demás empleados? ¿Qué opinas?