Capítulo 6 ¿En verdad amas tanto a Belia?
—Lucas…
Sabrina lo persiguió ansiosa al ver la reacción del joven. Después de todo, Lucas quería a Victoria, quien una vez intentó escapar conduciendo de manera atolondrada y embistió a Belia por accidente. Por ese motivo, ella temía que él volviera a enamorarse de la joven. Mientras Sabrina se preguntaba si debía detenerlo o no, un Ferrari gris estacionó en la entrada del club y, al segundo siguiente, escucharon una voz familiar.
—¿Qué sucede aquí?
Victoria se volteó para mirar y vio a Cristian bajándose de su auto; el hombre se acercó a ella con el ceño fruncido.
—¿Cuál es tu problema? Ha pasado un poco más de medio mes y aún no sabes cómo recibir a los invitados.
La joven recobró los sentidos e intentó ponerse de pie; luego, le hizo una reverencia.
—Buenas noches, señor Tabares.
No obstante, comenzó a descomponerse por la postura incómoda y temblaba sin control; mientras tanto, Cristian entrecerró los ojos al percibir el olor al alcohol que la joven emanaba.
—No puedes beber en el trabajo, ¿sabías?
—Lo lamento, yo…
Al ver la inseguridad de la joven, Lucas frunció el ceño y se apresuró a interferir e interrumpir a Cristian.
—Señor Tabares, ¿qué lo trae por aquí?
—Mi inspección habitual en una de mis propiedades, pero parece que mi empleada lo ha molestado porque al llegar vi su conflicto. —Cristian miró a Victoria—. Ya llevas más de medio mes. ¿Acaso Carlota no te enseñó lo que debes hacer para disculparte?
Victoria cerró los ojos y se volteó hacia Lucas; luego, se acercó y le hizo una reverencia.
—Lo lamento, señor Sánchez. ¿Puede perdonarme?
Mientras el joven permanecía en silencio con una expresión sombría, Cristian se arremangó.
—Bueno, parece que no va a aceptar las disculpas en este momento. Entonces, ella se arrodillará frente a usted hasta que la perdone.
Victoria se mordió el labio y tenía los ojos llorosos mientras observaba la actitud apática de Cristian. «Esto es lo que él quiere; quiere dejarme sin escapatoria». A pesar de su desconsuelo, la joven respiró profundo y se arrodilló lentamente con la cabeza agachada mientras pensaba en la familia Coral. Mientras, Sabrina estaba perpleja al ver cómo sus rodillas golpearon el suelo y la expresión apática de Cristian.
—Señor Sánchez, por favor, perdóneme.
Antes de que Victoria pudiera terminar de hablar, la ensuciaron con vino.
—Han pasado dos años, Victoria. No puedo creer que dejes de lado tu orgullo por un hombre.
Durante un instante, la joven no recobró los sentidos, pero, en cuanto lo hizo, Lucas ya se había ido. «Creo que debe estar muy decepcionado de mi». Mientras tanto, Cristian se quedó inmóvil en el lugar por lo que había presenciado y se acercó a la joven.
—Como nuestro invitado no te ha perdonado, debes continuar arrodillada.
En cuanto terminó de hablar, se marchó, pero escuchó que la joven lo llamaba.
—Cristian —dijo de manera poco amigable—. ¿En verdad amas tanto a Belia?