Capítulo 9 No me he divertido lo suficiente con ella
Lucas dejó el caldo de pollo que había llevado en la mesa y luego miró a Cristian.
—Salgamos para conversar.
El hombre esbozó una sonrisa como si supiera que Lucas ya no podía tolerarlo.
—Podemos hablar aquí.
Victoria no sabía cuál era el asunto que querían conversar; aun así, cuando vio a Lucas con el ceño fruncido, no pudo evitar interferir.
—Señor Tabares, ya que debe conversar con él, me retiraré.
Estiró la mano para destaparse y levantarse de la cama, pero en cuanto tocó la manta, le arrojaron un encendedor. Aunque no pesaba mucho, sintió dolor en el dorso de la mano.
—¿Te di permiso para que te movieras? Acuéstate —comentó Cristian con el ceño fruncido.
A Lucas se le desfiguró el rostro al ver que se le enrojecía la mano por el golpe del encendedor.
—Cristian, ¿qué pensará Belia si la mantiene a ella a su lado? —preguntó de manera agresiva.
Victoria se angustió al escuchar el nombre de Belia. Cristian jugó con el anillo que tenía y lo miró.
—Entonces, señor Sánchez, ¿qué me recomienda que haga?
—Permítale que se vaya de Ciudad Flores.
El hombre frunció el ceño; tenía una mirada mordaz, pero intentó disimulara al instante.
—Tiene mucha predisposición en el trabajo y está dispuesta a hacer lo que se le pide. No tengo motivos para despedirla.
—Club Delta es un lugar magnífico y puede contratar a quien quiera, así que nadie extrañará a una anfitriona como ella. —Enfurecido, Lucas golpeó una silla contra el suelo—. Entonces, ¿qué le parece que ella trabaje conmigo?
Era evidente que Lucas ya no podía mantener la compostura y Cristian se acercó a él mientras se acomodaba el traje con una expresión de indiferencia.
—Cabe destacar que nos conocemos desde pequeños. No tengo motivos para oponerme a que conserve mi empleada y trabaje para usted, pero ¿qué puedo hacer? De todas las mujeres, ella es la única con la que aún no me he divertido lo suficiente.
—¿Cuánto más quiere jugar con ella? En… En ese estado, ¿qué más piensa hacer?
—Lo lamento. —Victoria se decepcionó al ver que la trataban como un objeto. Respiró profundo y miró a Lucas—. Señor Sánchez, no tengo pensado cambiar de trabajo ahora, pero gracias por su consideración.
—¡Victoria! ¿Acaso eres consciente de lo que estás diciendo? —preguntó desconcertado.
Ella sabía que él había dicho eso con las mejores intenciones; no obstante, Belia la había dejado desamparada y no quería involucrar a Lucas por generosidad.
—Sí, lo sé. Estaba molesto conmigo anoche, así que aún duda si dejarme ir. ¿Qué le parece esto? Estoy dispuesta a hacer lo que haga falta para calmar su ira, incluso arrastrarme hasta prisión de nuevo.
Lucas la miró de manera apática; no podía expresar su odio y frustración por mucho que lo intentara, pero no entendía por qué ella se comportaba así.
—Victoria, ¿en verdad crees que te dejaré ir?
Ella bajó la cabeza para evitar mirarlo, pero a él le causó gracia.
—Resulta que yo era el entrometido. Cuídese, señorita Coral.
Por algún motivo, en cuanto escuchó la puerta cerrarse, Victoria se sintió aliviada. Sin embargo, esa tranquilidad no duró mucho, ya que escuchó una voz escalofriante.
—Incluso sabes cómo reavivar el amor; después de todo, no desperdiciaste estos dos años.
Cuando escuchó cómo el hombre se burlaba, giró la cabeza un poco confundida.
—No obstante, todos y cada uno de ellos solo quieren molestarte y humillarte. Cavarás tu propia tumba si intentas seducir a Lucas.
Finalmente, comprendió lo que intentaba decirle y sintió un escalofrío en todo el cuerpo.
—Señor Tabares, no se preocupe —murmuró—. No estoy interesada en formar parte de su círculo social nunca más.