第1192章
Ting Mónica Garduñon se inclinó hacia un lado, con una mano en el volante y la otra apoyada en el respaldo del asiento del pasajero, donde estaba sentada la chica que amaba.
La miró profundamente, sus ojos oscuros cubiertos por una bruma sutil, lo que hizo que el corazón de Máximo Vargas Jingyao se encogiera y una punzada de culpa la invadiera de repente.
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