Capítulo 126 Encuentro entre maestra y discípulo
Sin duda había innumerables mujeres que se habían enamorado de él y no podían librarse. Melinda creía que tenía un buen autocontrol.
Santiago mantenía los ojos cerrados, pero no era capaz de dormir. Esperaba que ella fuera a la cama y solo cuando pudiera oler su tenue fragancia se sentiría a gusto. Se había acostumbrado a sus latidos.
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