Capítulo 106 Escuchó cosas que no debería
En Puerto Esmeralda, Melinda aún no había cenado. No tenía hambre y estaba sentada junto a la ventana francesa, observando al vacío mientras esperaba a que Santiago regresara. Sin embargo, el patio delantero estaba en completo silencio, como si el hombre al que esperaba no pensara volver. Mientras agarraba el móvil, dudaba.
«¿Debería llamarlo? ¿Contestará si le llamo? ¿Me regañará?».
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