Capítulo 347 Quiéreme, quiere a mi perro
Usando un impecable vestido de novia blanco, Melinda atrajo las miradas de todos al salir del auto. Su piel era tan suave como la seda, y su rostro florecía como las flores del melocotón, exudando un aura de hada. Con una delicada sonrisa, sus ojos parecían encapsular la luminosidad de las estrellas; en su postura tranquila, tenía el poder de cautivar a todos los que se encontraban cerca de ella.
—No es la Señorita Garduño.
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