第1140章
Observando cómo se alejaban, Máximo Vargas Jing Yao los alcanzó rápidamente, llevando su maleta con determinación y pronto llegó detrás del hombre y la mujer.
Tan inteligente como era, temblaba de rabia, pero aún conservaba un poco de cordura. Sacó su teléfono, abrió la cámara y comenzó a grabar todo.
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