第955章
—¡Vaya, el desayuno de hoy sí que es abundante!— exclamó Jingyao Vargas al llegar al comedor. Llevaba puesto un vestido negro, elegante y lleno de gracia. —¡Esta leche de soja es mi favorita! ¡A mi hermano también le encanta! ¡Hace mucho que no la preparaban, verdad?
—Sí, señorita —respondió la sirvienta—, porque a la señora Falcó le gusta.
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