Capítulo 1595 Culpable
—¡Eso es una barbaridad! —exclamó el anciano.
Su voz fue seguida por una intensa fluctuación de energía, creando torbellinos a su alrededor. Abrumados por la energía, los cuatro hombres sintieron que sus cabezas palpitaban y daban vueltas. La sangre les hervía mientras corría por sus venas. No pudieron evitar inclinar la cabeza en señal de disculpa. El jefe de la secta Anaconda estaba impactado hasta el punto que la sangre rezumaba de sus ojos, oídos, nariz y boca. Si cualquier hombre ordinario estuviera cerca, la persona habría explotado y muerto.
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