Capítulo 242 Posesión preciada
—¡Mi dedo! ¡Ay! ¿Tienes un cerebro de metal o algo así? —lo regañó Dafne.
Román miró a Dafne con el ceño fruncido. Él no podía creer que ella acababa de acariciar la frente del Gran Mariscal.
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