Capítulo 1 El regreso del Gran Mariscal
El aeropuerto internacional de Ciudad Roble siempre había sido ruidoso, hoy no había señal de turistas. Todo el lugar estaba tan silencioso que se podía oír la caída de un alfiler.
Sólo miles de hombres vestidos con uniformes de camuflaje estaban presentes con las armas cargadas, a la expectativa.
—¡Zona uno!, ¡despejada!
—¡Zona dos!, ¡despejada!
...
El Coronel Terán, que llevaba dos y tres estrellas sobre sus hombros, dejó escapar un largo suspiro de alivio tras escuchar el informe.
—La zona es segura, ya puede bajar Gran Mariscal.
Román apagó el puro que tenía en la mano antes de salir lentamente del jet privado.
Iba ataviado con un abrigo de piel que crujía con el viento frío. Su expresión era apática, pero infundía miedo a los demás.
Proyectaba un aura como la de un monarca que domina el mundo, lo que hacía que la gente contuviera la respiración.
Miles de soldados le miraban al mismo tiempo con ojos llenos de admiración.
Era una leyenda viviente.
—¡Bienvenido Gran Mariscal! —saludó apresuradamente Terán.
Román asintió con indiferencia.
» Gran Mariscal —continuó Terán con cautela—. Su familia ha enviado a algunas personas a recibirle, están esperando en el salón parece que están desesperados por que vuelva a la familia.
Román se quedó clavado en el suelo mientras miraba hacia el salón.
Efectivamente, había una hilera de personas vestidas de traje que esperaban ansiosamente su regreso.
Cuando sus ojos se encontraron, la gente se estremeció por dentro y no pudo evitar arrodillarse en el suelo con ojos suplicantes.
Sería una gran conmoción para cualquiera que viera esta escena.
«¿Acaso la digna e influyente familia Zárate de Arboledas acababa de arrodillarse?».
Román resopló, con la mente en blanco.
Él, el joven heredero original de la familia Zárate de Arboledas, había sido obligado por el jefe de la familia Zárate a ocupar el lugar de su hermano gemelo en la cárcel hacía quince años.
Nadie lo había defendido hablado en la familia, incluidos sus padres.
Salió de la cárcel cinco años después.
Y en pocos años, se convirtió en un mariscal con un poder sin igual y en el Dios de la Guerra número uno del mundo.
En el pasado cuando hubo experimentado la crueldad de la vida, la familia Zárate no se había mostrado interesada.
Pero ahora que era rico y poderoso, por fin se acordaban de él.
¡Qué ridículo!
Un sentimiento de autodesprecio apareció en el rostro de Román mientras respondía con frialdad:
—Diles que en el momento en que la familia Zárate me hizo ir a la cárcel en nombre de mi hermano hace quince años, Román Zárate murió. El Román Zárate de hoy no tiene nada que ver con la familia Zárate de Arboledas, ¡que no me molesten de nuevo o verán torrentes de sangre derramarse ante sus ojos! Encárgate de ello, Terán. Que no interfieras en la recepción de mi boda.
Terán asintió apresuradamente.
—¡Sí señor!
Román se acercó al auto de bodas a un lado
Acarició el pendiente de jade que colgaba de su pecho. Su rabia se desvaneció entonces, apaciguada por un evidente acto de voluntad.
No pudo evitar pensar en el origen de ese pendiente de jade.
Diez años atrás, cuando había terminado de cumplir su condena en la cárcel nadie de la familia Zárate había ido a recogerlo, ni siquiera le habían enviado sus saludos.
Se habían olvidado completamente de él.
No tenía dinero y vivía en la calle. Muerto de hambre y de frío, quería acabar con su vida ahí mismo.
Pero en ese momento crítico, una niña que pasaba por allí le dio un abrigo acolchado de algodón y un pendiente de jade.
—Este abrigo te mantendrá caliente y este pendiente de jade te traerá buena suerte, mientras estés vivo, hay esperanza.
Ella reavivó esa chispa de esperanza en Román que, a su vez, reafirmó su determinación de hacerse un nombre.
Así que se desempolvó y se embarcó en el viaje de convertirse en soldado.
Hubo innumerables ocasiones en las que estuvo al borde de la muerte sin ninguna esperanza de sobrevivir. Cada vez que estaba en peligro, aquella silueta hermosa y bondadosa pasaba por su mente.
Ella era la convicción de Román para vivir y la motivación para seguir luchando.
Después de servir en el ejército durante sólo cinco años, se había convertido en el Mariscal de las fuerzas armadas.
En medio de una crisis nacional, a Román se le había encomendado la misión de liderar miles de tropas y hacer un barrido limpio a través de las fronteras de nueve países. También tenía que obligarlos a firmar el Tratado de Alianza de las Nueve Naciones.
Durante cinco años, a Román no se le había permitido regresar. Se le prohibió utilizar su riqueza y poder a cambio de una competencia justa para las empresas de Eurasia en esos nueve países.
Desde entonces, el Gran Mariscal había desaparecido.
Sólo el hombre común, Román Zárate, regresó a Ciudad Roble. Después de eso se dedicó encontrar a la chica, Paola Reyes quién le dio el pendiente de jade en aquel entonces y la cortejó con locura.
Tras cinco años de dedicación, por fin llegó a buen puerto.
Hoy era el día en que se iba a casar con Paola, y el día en que el Tratado de Alianza de las Nueve Naciones expiraba.
Ayer, por primera vez en cinco años dejó Ciudad Roble para ir a las Naciones Unidas a terminar el Tratado de Alianza de las Nueve Naciones y hoy se apresuró a volver para asistir a la boda.
Después de esta noche su poder y riqueza se restablecerían automáticamente.
—Gran Mariscal —dijo Terán entregándole una lista—. Su Gran Ceremonia de Regreso está programada para dentro de tres días. Aquí está la lista de invitados. Por favor dele un vistazo.
Román dio un vistazo a la lista y dijo:
—Envía tres tarjetas de invitación a mi prometida, Paola. Quiero que sepa que dentro de tres días su marido será el poderoso Gran Mariscal que revolucione el mundo. No un hombre de la calle.
...
Una hora más tarde, el salón de bodas bullía de ruido y emoción.
Los invitados comentaban lo que acababa de ocurrir.
Hace un momento, un equipo de tropas completamente armadas había enviado tres tarjetas de invitación a la familia Reyes.
No era una tarjeta de invitación ordinaria sino una invitación del Gran Mariscal, el legendario Dios de la Guerra a su Gran Ceremonia de Regreso.
Todo el mundo sabía quién era el Gran Mariscal. Era rico y poderoso, el ídolo de muchos niños y niñas.
Los que podían asistir a su Gran Ceremonia de Regreso eran los magnates de la oficialidad o los del consorcio.
Sin embargo, ¡sólo había un lugar para la gente común!
¡Y fue para la familia Reyes!
Era el máximo honor que se podía recibir.
La familia Reyes estaba destinada a tener su propia historia de Cenicienta, pasando de la pobreza a la riqueza.
La multitud estaba abrumada por la envidia y los celos. Por supuesto, tenían aún más envidia del novio, Román Zárate.
¡Casarse con Paola en este momento se basó en pura suerte!
En el tocador la madre de Paola, Margarita Reyes lloraba de alegría mientras sostenía las tres tarjetas de invitación.
—Nuestra familia ha triunfado por fin Paola —continuó—, después de asistir a la ceremonia dentro de tres días, nuestro estatus en Ciudad Roble aumentará definitivamente. «Para entonces, habrá innumerables personas ricas y poderosas que nos admiraran. ¡Nuestra familia probablemente se convertirá en parte de la sociedad de clase alta!
Paola estaba llena de orgullo.
—Sí mamá, esto realmente supera mis expectativas.
—Paola —dijo de repente Margarita con voz severa—. Nuestra familia está a punto de ascender en la escala social y es demasiado fácil que ese pobre chico Román se case contigo con sólo una dote de trescientos mil, ¿No te parece? ¿Qué te parece esto? Pediremos otros trescientos mil y si no puede darnos eso, ¡no merece casarse contigo!
Paola asintió:
—Lo que tú digas mamá, te haré caso.
En poco tiempo, Román llegó.
Con esperanzas y temores escritos en su rostro, entró en el tocador con flores en la mano.
—Paola estoy aquí para casarme contigo.
Sin embargo, el ambiente en el tocador era relativamente frío.
Román se sintió un poco avergonzado cuando Paola no aceptó las flores que había traído.
—Román —comenzó la madre de Paola—. Si quieres casarte con mi hija hoy, tienes que darnos una dote de otros trescientos mil.
Román frunció el ceño.
—¿No les he dado ya una dote de trescientos mil? ¿Por qué quieres otros trescientos mil?
A decir verdad, unos cientos de miles no significaban nada para él.
Mientras ella lo quisiera, él podría concederle la mayor riqueza que jamás hubiera podido imaginar.
Sin embargo, su riqueza no se restablecería hasta después de la medianoche. Realmente no podría conseguir trescientos mil en ese momento.
—Estoy segura de que has oído que nuestra familia ha recibido una invitación del Gran Mariscal —comentó Margarita—: Nuestra familia está a punto de ascender en la escala social y convertirse en una familia noble. ¿No sería una desgracia para mi familia que se corriera la voz de que te has convertido en mi yerno con sólo una dote de trescientos mil?
Román se quedó sin palabras.
«¿Crees que soy una desgracia sólo porque has recibido una invitación del Gran Mariscal?, ¡Pero si yo soy el Gran Mariscal!».
Miró a Paola.
—Paola, ¿qué opinas de esto?
—Creo que mi madre tiene razón —respondió Paola—. Una vez que asistamos a la Gran Ceremonia de Regreso, definitivamente habrá una multitud de gente rica proponiéndome matrimonio. Olvídate de los trescientos mil, seguro que pueden permitirse incluso tres millones. Ya estamos siendo benévolos al pedir sólo trescientos mil.
Román suspiró.
—¿Qué te parece esto? Primero casémonos y no hagamos esperar a los invitados. Después de eso, puedo darles treinta millones, y olvídense de los trescientos mil.
Paola puso los ojos en blanco con malicia.
—¿A quién intentas engañar? ¿No es una promesa vacía? Consigue el dinero rápidamente y pídelo prestado si no tienes dinero si no, no nos casaremos hoy.
Román se sintió impotente. Cuando estaba a punto de decirles que era el Gran Mariscal la dama de honor, Dafne Huesca no pudo aguantar más.
—Pao, creo que es mejor que te cases primero. Los invitados están esperando afuera. Si vas a despreciar los regalos de boda y montar una escena ahora, Román sólo se convertirá en el hazmerreír. ¿Cómo podrá levantar la cabeza delante de sus familiares y amigos en el futuro? Se burlarán de él toda la vida.
Román miró a Dafne con agradecimiento.
Aunque sólo era una dama de honor y sólo llevaba un ligero maquillaje, era superior a Paola, independientemente de su aspecto y figura.
Román la apreciaba mucho porque le había ayudado a encontrar a Paola antes de esto.
Pero inesperadamente, Paola tuvo una pelea con Dafne.
Estaba celosa de la buena apariencia de Dafne y la había estado utilizando. Su amistad era completamente superficial.
—¿Cómo puedes apuñalarme por la espalda, Dafne? ¿Acaso me tratas como una amiga? Está bien que defiendas a Román, pero ni siquiera me regalaste nada el día de mi boda. Oh sí, lo olvidé. Me regalaste un pendiente de jade hace diez años. Una pobre hermana como tú no es digna de ser mi amiga ahora. Toma tu estúpido pendiente de jade y vete.
Paola se quitó el pendiente y se lo lanzó a Dafne.
¡Bum!
Román se quedó mirando el pendiente de jade, con el cerebro retumbando.
«¿Qué?,¿Dafne es la dueña de ese pendiente de jade?».
«No fue Paola quien me ayudó entonces, fue Dafne».