Capítulo 3 Es el Gran Mariscal y el Dios de la Aguja
Antes de que Dafne y Román llegaran a casa, ella recibió una llamada de su madre.
—Dafne, ¿estás intentando hacernos enojar? ¡Mira lo que has hecho hoy! Has traído mucha desgracia a nuestra familia. Tu padre tuvo un ataque al corazón y está en el Hospital Sagrado Corazón ahora. Date prisa.
¡Pum!
Aturdida, Dafne dejó caer su teléfono al suelo su cara palideció.
No pensó que el incidente de hoy sería un golpe tan grande para su padre.
—¡Rápido, al hospital!—Dafne gritó a todo pulmón—. ¡Mi padre tuvo un ataque al corazón!
—¿Hmm? Bien —Román dio un giro brusco en U y condujo hacia el hospital.
En el camino, hizo una llamada a Terán, que lo había recogido en el aeropuerto.
—Envíame la Munición de Aguja.
Román estaba listo para salvar a su futuro suegro y darle una buena impresión.
Además del Gran Mariscal, tenía otra identidad: ¡el Dios de la Aguja!
Él creó la Munición de Aguja que había salvado muchas vidas, desde generales hasta civiles, un insignificante ataque al corazón era pan comido para él.
Al otro lado de la línea, los ojos de Terán brillaban.
—¡Después de cinco años, el Dios de la Aguja por fin vuelve a hacer de las suyas! Me pregunto quién es el hombre digno de que el Gran Mariscal actúe personalmente.
—No seas tan fisgón —continuó Román—: Además para la Gran Ceremonia de Regreso, haz arreglos para que la familia Reyes sean la servidumbre.
—Entendido—respondió Terán.
Después de colgar el teléfono, Román se dio cuenta de que Dafne lo miraba con extrañeza.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Dafne.
—Voy a salvar a tu padre —respondió Román—: Además he dispuesto que la familia de Paola sea la servidumbre en la Gran Ceremonia.
Dafne se recostó desanimada contra el asiento, suspirando decepcionada.
«¿Por qué no había encontrado antes a este hombre tan fanfarrón?».
«¿Acaso la Gran Ceremonia del Gran Mariscal es algo en lo que él puede entrometerse?».
«Qué ridículo».
Poco después, ambos llegaron al hospital.
La escena en el hospital hizo que Dafne sintiera como si un cuchillo le apuñalara el corazón.
Su madre estaba arrodillada ante Paola, rogándole que la perdonara mientras las familias de Joaquín y Samuel permanecían a su lado sin decir nada.
Paola parecía orgullosa y distante, actuando con indiferencia ante las súplicas de Ana.
Román frunció el ceño.
—¿Por qué está Paola aquí?
Dafne salió del auto y se lanzó hacia Ana.
—Mamá, levántate. ¿Por qué estás de rodillas?
Ana se secó las lágrimas y dijo:
—Llegaste justo a tiempo Dafne. Rápido, ruega a Paola que salve a tu padre. Está en la sala de urgencias, pero la madre de Paola es el médico que lo atiende y se niega a salvarlo.
Tanto Margarita como Daniel trabajaban en este hospital. Parecían unidos por fuera, pero estaban divididos en el fondo. Recientemente habían competido entre sí por el puesto de jefe de departamento.
Unido a lo ocurrido hoy en la boda, las dos familias eran prácticamente archienemigas, sería extraño que Margarita salvara a Daniel después de lo ocurrido.
Ahora que era demasiado tarde para el traslado a otro hospital, Ana sólo podía suplicar a Paola de rodillas.
La cabeza de Dafne palpitaba.
Ahora no tenía tiempo para pensar demasiado. Lo más urgente del momento era salvar a su padre.
No tuvo más remedio que dejar su dignidad y suplicar:
—Paola mi padre está gravemente enfermo. Por favor, hazme un favor y deja que tu madre salve a mi padre.
Paola se burló.
—¿No es demasiado tarde para suplicarme ahora? ¿No trajiste a tu marido? Pídele a Román que te ayude entonces. ¿Para qué me suplicas?
Sólo entonces Ana supo que la persona que venía con Dafne era Román.
Una nueva oleada de rabia surgió en ella de inmediato.
—Dafne, ¿estás... estás intentando volverme loca? ¿Por qué has traído a este pedazo de basura contigo? Estás ciega por encapricharte con él... ¿No sabes que no sólo es un inútil que vive de una mujer, sino también alguien que ha cumplido cinco años de prisión?
—Te lo advierto, Zárate, no creas que puedes entrar en mi casa. En mi casa no cabe una basura como tú.
—No te preocupes, Paola. Me aseguraré de darle una lección a Dafne cuando volvamos, todo es culpa de Dafne hoy.
Paola se sintió mucho mejor al escuchar esas palabras.
—De acuerdo, si quieres que mi madre lo salve danos trescientos mil para las facturas médicas. Pero sólo Román puede pagarlo.
La familia Huesca estaba en un dilema.
Fue porque Román no podía desembolsar trescientos mil que el compromiso matrimonial había sido anulado.
Paola estaba resaltando deliberadamente fallas al insistir en que Román pagara las facturas médicas.
Román suspiró. No esperaba que Paola fuera tan despiadada y mezquina.
«¿Cómo pasé cinco años con ella?».
—Jaja, creí que podríamos terminar esto felizmente, pero ahora parece que estás decidida a cavar tu propia tumba. Si eso es lo que quieres, cumpliré tu deseo.
—¡Hmmm! No cambies de tema hablando tonterías —se rio Paola.
—¿Por qué? ¿No puedes conseguir el dinero? Bien, te daré otra oportunidad. Arrodíllate y discúlpate conmigo tanto tú como Dafne, ¡admite que eres un imbécil que no es digno de mí y que Dafne es sólo una mujerzuela que recoge mi chatarra!
Los ojos de Dafne estaban rojos mientras su corazón temblaba.
«¡Esta exigencia es demasiado!».
Sin embargo, ante la idea de que su padre no lo hiciera...
No tuvo más remedio que aceptar la cruel realidad mientras doblaba las piernas, a punto de ponerse de rodillas, pero Román la detuvo rápidamente.
—Dafne, no le ruegues. Yo trataré la enfermedad de tu padre.
Paola se carcajeó con arrogancia:
—Dafne Huesca, apuesto a que no conocías su verdadero carácter, olvida que es pobre y que no puede pagar las facturas médicas. Por la vida de tu padre, se niega a sufrir cualquier injusticia. ¡Todo lo que hace es hablar mucho! Es mi amante despechado, y tú sólo eres digna de recoger lo que yo he tirado.
Cada una de sus palabras atravesó el corazón de Dafne, que llevaba mucho tiempo acribillado, como un cuchillo sobre una tabla de cortar.
¡Smac!
Bruscamente, Román golpeó a Paola en la cara enviándola al suelo y arrancando uno de sus dientes.
—Como dije, Dafne es mi esposa. Nadie puede insultarla, ya que no lo recordaste la última vez, ¡deja que te lo recuerde de nuevo!
El tono de Román era contundente y elevado.
A partir de entonces, se hizo el silencio; un silencio sepulcral, la familia Huesca estaba a punto de estallar de rabia.
—Hijo de p*ta, ¿Cómo pudiste golpearla cuando aún estamos rogando por ayuda?
—A este paso no nos va a ayudar.
Dafne retrocedió a trompicones, alejándose de Román.
«¿Es un demonio?,«¡Va a hacer que maten a mi padre!».
Se sintió decepcionada, arrepintiéndose de su elección anterior.
—¿Por qué... ¿Por qué hiciste eso? —La voz de Dafne tembló.
—Ni siquiera los dioses pueden insultar a mi esposa —dijo Román con solemnidad.
Dafne quiso discutir, pero contuvo sus palabras por esa afirmación, su estado de ánimo en este momento estaba más allá de las palabras.
Después de un largo tiempo, Paola recobró el sentido, su sonrisa era aterradoramente horrible.
—Jaja, muy bonito Zárate. La familia Huesca ha encontrado un maravilloso yerno, recuerda que no fue nuestra familia la que mató a Daniel, sino tú —Entró en el despacho y dio un portazo.
Ana se desplomó en el suelo con un fuerte golpe, con la cara blanca como una sábana.
—Tú... Tú vete... ¡Piérdete!
En ese momento, sonó el teléfono de Román, lo buscó y se dio la vuelta tras echar un vistazo a la pantalla. Por supuesto no se fue, se dirigió a la sala de emergencias.
Era Terán, que acababa de enviar un mensaje en el que decía que había entregado la Munición de Aguja en la puerta de la sala de urgencias.
Mirando la figura de Román que se retiraba, Dafne estaba desolada, no había pena más grande que cuando el corazón moría, y eso era exactamente lo que sentía por Román en ese momento.
Por otro lado, después de que Román tomara la aguja de plata, se dirigió a la sala de urgencias para atender a Daniel que había entrado en shock.
—Muchas familias notables están dispuestas a renunciar a sus propiedades familiares para pedir ayuda al Gran Mariscal, pero él siempre las ignora —murmuró Terán para sí mismo—. ¡Pero hoy ha hecho una excepción con la gente corriente! ¿Qué es el amor? ¿Por qué la gente vive por él? ¿Y por qué mueren por él?
A un lado, Ana estaba apoyada en la pared con aspecto solitario y abatido.
—Se acabó todo se ha acabado, Román Zárate ha arruinado nuestra familia.
—Dafne, Julián es cien veces, mil veces mejor que Román. ¿Por qué insistes en elegir a Román?
Las familias de Joaquín y Samuel comenzaron a lanzar críticas a Dafne, condenando a Román, también estaban enfurecidos por esto.
Por supuesto, no estaban enfadados porque Román pudiera matar a Daniel sino por el hecho de que Dafne no eligiera a la familia Larios.
«¿Cómo se supone que vamos a robar la gloria de la familia Larios si ella no se casa con Julián?».
Joaquín tuvo una idea.
—Oye, deja de llorar. Tengo una idea, Dafne llama a Julián ahora mismo. Discúlpate con él y ruega por su perdón, luego pídele que nos ayude. La familia Larios tiene una extensa red de conexiones. Incluso obtuvieron la tarjeta de invitación del Gran Mariscal a través de conexiones. Así que deben conocer a los líderes del hospital.
Samuel intervino:
—Julián dijo antes que puede hacer que tu padre se convierta en el Jefe de Departamento a través de sus conexiones, así que definitivamente conoce a los líderes del hospital.
Los ojos de Ana se iluminaron.
—Cariño, llama a Julián rápido.
Dafne quiso negarse instintivamente, no podía imaginar su vida después de casarse con Julián. Sin embargo, cuando vio los ojos llorosos y desesperados de su madre y pensó en la situación actual de su padre, apretó los dientes e hizo la llamada.
Decidió sacrificarse para salvar a su padre.
La llamada se conectó.
—¿Hola, Julián? Tengo que pedirte un favor —La voz de Dafne estaba un poco ahogada.
Al otro lado de la línea, Julián se sorprendió, normalmente Dafne le daba largas, pero ¿por qué hoy le buscaba a él primero?
«¿Por qué me pide un favor de repente?».
—¿Qué favor? —preguntó Julián.
—¿Conoces a los responsables del Hospital Sagrado Corazón? Mi padre tuvo un ataque al corazón y necesita un cardiólogo que lo rescate...
Julián se regocijaba interiormente, era la oportunidad perfecta para poseer a Dafne y pensar en su cuerpo perfectamente esculpido le daba sed.
—Conozco al director del Hospital Sagrado Corazón y resulta que es cardiólogo —dijo.
—¿En serio? —Dafne estaba encantada— ¡Por favor, salva a mi padre!
—Puedo salvarlo, pero —Julián hizo una pausa— Debes prometerme algo.