Capítulo 6 La gran ceremonia de regreso
—Román Zárate te doy la oportunidad de volver conmigo, despide a Daniel y haz que mi madre sea la Jefa de Departamento. Esta es tu última oportunidad, piensa bien antes de responder.
Paola estaba llena de confianza, con un tono de arrogancia, ella creía firmemente que Román volvería con ella como el imbécil que era si cedía.
Después de todo, ella tendría un futuro brillante ahora que tenía la tarjeta de invitación del Gran Mariscal en sus manos. Román se montaría en sus faldas si volvía con ella.
La familia Huesca se tensó.
Si Román podía hacer a Daniel Jefe de Departamento, naturalmente también podría despedirlo.
Román no pudo evitar reírse, preguntándose quién había dado a Paola el valor para decir tales palabras.
«¿Por qué está tan convencida de que le rogaré para volver con ella?, cielos la culpa es mía por consentirla».
—En el momento en que dejaste a Daniel en apuros y nos obligaste a Dafne y a mí a arrodillarnos ante ti, nuestra relación de cinco años se acabó. ¡Piérdete ahora! ¡No hagas el ridículo aquí!
Paola montó en cólera.
—¡Román, pedazo de mi*rda sin corazón y desagradecido! Sólo espera. Te haré rogar. Dafne no olvides que ahora soy la única que puede mantener tu negocio. ¡Puedo hacerte quebrar en minutos! Además, una vez que asistamos a la Gran Ceremonia de Regreso del Gran Mariscal, los borraré a ti y a la familia Huesca de la faz de la tierra.
Ana estaba horrorizada.
—¿Tienes una invitación del Gran Mariscal?
—Por supuesto —se rio Paola.
Todos estaban sorprendidos.
—Paola —Ana sonó amable—. Todo esto es culpa de Román, véngate de él si quieres No impliques a la familia Huesca...
—Jaja. Es demasiado tarde para rogarme ahora, sólo piérdete y anticipa tu muerte.
Al decir esto, se marchó con Margarita dejando a Ana abatida.
—Relájate —consoló Román—. La familia Reyes sólo va a servir de sirvientes en la Gran Ceremonia, si quieren ir puedo llevarlos y hacerlos VIP.
—¡Largo! —explotó Ana—. ¿De verdad te crees un dios o algo así? ¿Estás tratando de arruinar a mi familia? Si realmente quieres ser bueno con Dafne, aléjate de ella. Lo acabas de escuchar. La familia Larios y Paola quieren que Dafne se arruine por tu culpa. Sus dos familias recibieron una invitación del Gran Mariscal, su estatus es muy digno, ¡y es cuestión de tiempo que destruyan a la familia Huesca!
Daniel no pronunció ni una palabra, aunque admiraba las habilidades médicas de Román no podía ver cómo exterminaban a la familia Huesca.
—En el momento en que Dafne aceptó casarse conmigo —dijo Román con solemnidad—. Ya había decidido asumirlo todo por ella, no me importa la familia Larios. En cuanto a la tarjeta de invitación... Si Dafne la quiere, puedo convertirla en VIP de la Gran Ceremonia de Regreso.
—Realmente sabes cómo hablar en grande, ¿no? —reclamó Ana— En una palabra, pon eso en tu pipa y fúmatelo a menos que realmente puedas llevarnos a la Gran Ceremonia de Regreso del Gran Mariscal.
Las familias de Joaquín y Samuel también se habían entrometido, dando a Dafne consejos que nunca pidió.
—El dinero es el rey en la sociedad, no importa cuán buenas sean sus habilidades médicas, ¿Puede proveer para ti?
—Román no es confiable, es demasiado ambicioso. Ni siquiera puede pagar una dote de trescientos mil. ¿Cree que puede ser un VIP en la Gran Ceremonia de Regreso?
—Aun así, Julián es mejor para ti, escucha a tu tío Joaquín. No es que queramos hacerte daño.
—Si los hubiera escuchado a los dos y hubiera esperado a que Julián salvara a mi padre, mi padre habría muerto —refutó Dafne.
Esa frase los dejó sin palabras.
—Maldita niña, ¿es así como muestras respeto a tus mayores? —le recriminó Joaquín, con la cara roja.
Ana se apresuró a mediar en la disputa:
—No te preocupes, tendré una buena charla con ella cuando lleguemos a casa.
—Primero haremos un movimiento.
Daniel suspiró, dándose la vuelta para irse.
Pero Dafne dijo:
—Mamá, tú y papá adelántense, yo tengo que ir a la fábrica más tarde.
Ana asintió y se fue con la familia Huesca.
—Los acabas de escuchar —dijo Dafne observando a Román con una mirada complicada—. Julián está listo para hacerte algo, ¿Tienes miedo? no es demasiado tarde para arrepentirse ahora.
—¿Asustado? ¿Arrepentirse? —Román hizo eco— Esas dos palabras no existen en mi diccionario.
—¿Por qué no te vi tan seguro alardeando antes? —Dafne reflexionó en voz alta.
Román se quedó sin palabras.
«¿Cómo voy a alardear? ¿He dicho algo malo?».
—De acuerdo, puedes quedarte y refugiarte en mi casa mientras tanto para evitar que Julián te moleste —ofreció Dafne.
Román aceptó de buen grado.
Los dos no tardaron en llegar a la Fábrica de acero de Dafne.
Esta fábrica fue fundada por Dafne, era el resultado de sus muchos años de duro trabajo.
El mayor y más fiable negocio de la fábrica procedía de Construcciones Larios, donde trabajaba Paola, casualmente esta empresa de construcción era propiedad de la familia Larios.
Paola siempre había sido la responsable de los negocios entre la constructora y la fábrica, sorprendentemente también era la casamentera que emparejaba a Julián y Dafne.
Si Paola quería sabotearla, la fábrica podría perder realmente este negocio.
Como era de esperar, recibieron un aviso en cuanto volvieron a la fábrica: «Construcciones Larios cancela oficialmente todos los tratos comerciales con la fábrica».
A pesar de haberse preparado mentalmente, la cara de Dafne palideció sin esperanza después de escuchar que se confirmaba la cancelación.
—Dafne —dijo Román—. ¿Te importa mucho esta fábrica?
—Es mi corazón y mi alma, mi niña. ¿Cómo puede no importarme? —Dafne suspiró apenada.
—Iba a dejar que te hicieras con todas las propiedades del hombre más rico de Ciudad Roble —dijo Román—. Pero ya que te importa tanto esta fábrica, entonces hagámosla más grande y más fuerte. Usaremos esta fábrica como trampolín para alcanzar la cima paso a paso.
—¿Te dolería dejar de fanfarronear por un segundo? —dijo Dafne con enfado.
Román se sentía emocionalmente agotado.
«Soy tan rico como mi país. La familia Borbolla, la más rica de Ciudad Roble no es más que un pequeño montaje que organicé hace cinco años».
«Dejar que te apoderes de todas las propiedades del hombre más rico de Ciudad Roble es sólo una cuestión de mis palabras».
«¡No estoy alardeando!».
—Estás desempleado, ¿verdad? —preguntó Dafne y luego sugirió—: ¿Por qué no trabajas como vendedor conmigo temporalmente? Te pagaré la tarifa más alta. Aunque... la fábrica podría no sobrevivir mucho tiempo después de perder los pedidos de Construcciones Larios.
Román asintió.
—De acuerdo, no te preocupes Dafne. Te conseguiré un gran pedido mañana.
Si los de fuera supieran que el Mariscal de las fuerzas armadas trabajaba como un pequeño vendedor en esta pequeña fábrica, seguro que se les caería la mandíbula.
Dafne miró a Román con sentimientos encontrados en sus ojos.
«Está alardeando de nuevo».
...
Justo después de la medianoche, el teléfono de Román sonó, le llegaban innumerables mensajes de texto. Su teléfono sonaba sin parar.
Román tomó el teléfono y dejó escapar una pequeña sonrisa.
Recibió muchos mensajes de felicitación de los jefes de varios consorcios, incluso de gente rica que estaba dispuesta a renunciar a su riqueza, con la esperanza de que él les salvara la vida.
Román los ignoró, pero encontró uno entre los mensajes insignificantes, era un mensaje del hombre más rico de Ciudad Roble, Efrén Borbolla.
«Señor, ¿Cuándo se hará cargo de la propiedad de la familia Borbolla?».