Capítulo 2152 Un decreto real
«¡Car*jo!». La voz frunció el ceño. De repente, el cuerpo de Sebastián voló por los aires antes de estrellarse con fuerza contra el suelo. El impacto fue tan devastador que tosió dos bocanadas de sangre. Ignorando el insoportable dolor, se arrastró por el suelo.
—Majestad, me inclino ante usted como disculpa. Por favor, perdóneme, se lo ruego. Por favor, perdóneme.
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