Capítulo 495 Satisfacer esa necesidad
—¡Ja! ¡Tonto insolente! —Frente a esa montaña de hombre, los ojos de Braulio parpadearon de repente. En lugar de la blancura que antes impregnaba sus pupilas había un negro resplandor. La claridad de sus ojos demostró que nunca estuvo ciego. Con un rugido, lanzó un puño—. ¡Aghhh!
El otro hombre esquivó con agilidad el golpe y se lo regresó en la espalda
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