Capítulo 3995 Llámame, Padre
Viendo la situación, Jaime se apresuró a apagar las llamas. Con cara avergonzada, dijo:
—Señor Ortiz, por favor, no se asuste. No hay necesidad de palabras tan duras... Sólo me estaba llamando en repetidas ocasiones su querido yerno. Si soy en efecto su querido yerno, ¿no es normal que posea las llamas internas de su Secta Fuego Violeta?
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