Capítulo 1947 Sin lugar a discusión
—Señorita Higareda, si no me equivoco, a usted nunca le han gustado las aguas termales. ¿Por qué de repente le ha tomado gusto? ¿Sigue pensando en Jaime? Debería darse por vencida. Es imposible que venga aquí —comentó Otoño con picardía.
—¿Qué tonterías dices, Otoño? Me gustan las termas. No tiene nada que ver con Jaime en absoluto.
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