Capítulo 1912 Disfrutando del espectáculo
—Marcelo, no deberías menospreciar a los demás. Los Zepeda no son fáciles de convencer —declaró Alain con seguridad mientras blandía la alabarda.
—Alain, debes estar cansado de vivir... —Entrecerrando los ojos, Marcelo sacó de la manga un abanico de mano. Una luz dorada brilló mientras desplegaba el abanico de oro. El aura que emitía el abanico era aterradora.
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