Capítulo 178 La advertencia
En ese momento, Jaime también descendió de su auto para intentar tranquilizarla; sin embargo, pronto descubrió que todos sus esfuerzos serían en vano, pues la joven parecía haber perdido la razón, después de dañar su preciado vehículo. Al percatarse de que sus palabras no funcionaban, la voz del apuesto hombre resonó en tono severo:
—¡Señorita, basta! ¡Usted es la única culpable de este pequeño accidente, pues no esperó a que avanzara! Por ello, ¡no pagaré para arreglar su auto! —Al terminar de emitir esas palabras, los intensos ojos de Jaime se posaron en el terso rostro de la bella mujer.
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