—¡Lamentamos la intromisión, señor Celeste! —Forero y el resto asintieron de inmediato y se inclinaron.
—No hay nada que valga la pena ofrecer en esta isla desierta. Pero estas bestias demoníacas son sabrosas asadas. —Yair procedió a preparar la carne para que Jaime y los demás se la comieran.
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