Después de escuchar a Heliodoro relatar lo sucedido, Javier y Teodoro echaban humo. No tenían ni idea de que el mundo de las artes marciales de Ciudad de Jade tuviera a Jaime en el punto de mira y planeara matarlo para su propio beneficio.
«¡Qué despreciables son! No son dignos de ser familias respetables. ¿Es así como actúan las familias de las artes marciales? ¡No son diferentes de los Cultivadores Demoníacos!».
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