Capítulo 1019 Decidido y despiadado
Mientras Silvestre canalizaba su energía interna, un fuerte viento comenzó a soplar en la sala. Con una rotación rápida de su palma, Jaime liberó un haz de luz dorada que retuvo a Silvestre en su lugar. Con su cuerpo inmovilizado por completo por el haz, el aura alrededor de Silvestre se desvaneció sin dejar rastro.
La presión del haz era tan intensa, que sentía como si lo estuvieran aplastando entre dos autos. Silvestre apretó sus dientes, mientras trataba de hacer su mejor esfuerzo por resistir, pero no pasó mucho tiempo, antes de que comenzara a sangrar de todos sus orificios, mientras su cuerpo comenzó a retorcerse.
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