Capítulo 956 Un destino peor que la muerte
Ante los ojos hundidos de Quito y su incesante lucha, Evaristo acercó dos dedos que brillaban apenas con una luz dorada que golpeó con rapidez contra la sien de Quito.
La luz dorada se disolvió en la cabeza de Quito, haciendo que el cuerpo del quinto guardián desistiera de su estado de agitación. La vida también había vuelto a sus ojos antes desenfocados.
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