Capítulo 654 Debo poner mis manos en el
Armando en realidad quería llorar en voz alta, pero no podía porque no quería que su esposa lo supiera. Los vecinos miraron y se dieron cuenta de lo que estaba pasando. No esperaban que las cosas terminaran así. Se dieron cuenta de que Nicandro y sus hombres no querían que la madre de Número 18 se entristeciera, así que se fueron en silencio sin decir nada.
Dentro de la casa, la madre de Número 18 seguía queriendo traerle agua a Nicandro y comprarle bocadillos, pero Nicandro la detuvo y le dijo que se sentara y que él lo haría.
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