Por la noche. Era casi la hora de la cena. En el octavo piso del Hotel Internacional Maravilla todo estaba listo. Estaba una persona apostada en una esquina cada 90 pies desde la entrada, por lo que podían hacer frente a cualquier situación de emergencia para garantizar la seguridad de todos sus huéspedes.
Gonzalo puso mucho empeño en ello e instruyó a sus hombres muchas veces. Yamila dijo que esta noche se produciría un gran golpe. Así que no podía permitirse ningún error.
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