Agitó una mano y todos sus hombres blandieron sus bates y corrieron hacia Nicandro. Armando se puso ansioso al instante y rápido se puso delante de Nicandro. De ninguna manera iba a permitir que el amigo de su hijo resultara herido o incluso muriera por un asunto personal. Pero Nicandro no estaba preocupado en absoluto y ni siquiera se movió.
Había dicho que Félix viniera a disculparse en la siguiente media hora. Pero claramente, sus palabras no fueron efectivas.
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