El Hermano Gil seguía el ritmo de Heriberto y ni siquiera parecía necesitar ningún esfuerzo para hacerlo. Incluso tenía una mano en el bolsillo para evitar que la bolsa de patatas fritas doblada y vacía se arrugara.
—Si corres más rápido, te romperé las piernas —dijo el Hermano Gil con calma.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread