El inmenso número de personas era suficiente para asustar a alguien hasta la muerte. Aunque Ciro no era un hombre corriente, no se atrevía a luchar contra ninguna de esas personas corrientes. ¡Eso iría en contra del código ético del mundo de las artes marciales! Ciro nunca imaginó que Duriana fuera tan temible.
«¿Por qué Nicandro tiene tanta reputación aquí? ¡Debe haber mentido al público!».
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