El Hermano Gil nunca pensó que la familia de Número 18 sería intimidada por otros. Vio a los hombres siendo desagradables con los padres de Número 18 e al instante montó en cólera. Le pasó la urna a Nicandro y corrió como un tigre feroz. El asesinato en sus ojos estaba hirviendo.
—¿Quién demonios eres? ¡Ah! —El líder de los hombres salió volando incluso antes de terminar su frase. Su mandíbula inferior estaba dislocada. Se estrelló contra el suelo con un aullido y había sangre por todas partes—. Ah… ¡Cómo te atreves! ¡Mátenlos!
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