—¡Soy Lidia! —Lidia miró a Nicandro y extendió una mano para agarrarlo. De inmediato sus ojos empezaron a enrojecer—. ¡Soy Lidia! ¿No me recuerdas?
Nicandro retrocedió dos pasos y evitó la mano de Lidia. Rápido respondió:
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