Capítulo 14 Lejos de la multitud
—Mis disculpas por llegar tarde, tío Omar. Quedé atrapado en el tráfico. Espero que te guste este pequeño regalo que compré para ti —saludó Elías con una sonrisa después de acercarse a Omar. Su asistente le entregó los regalos y Elías tomó una de las cajas para presentársela a su tío. —Este es para ti, tío Omar. Sé que eres todo un conocedor del té, así que cuando vi este juego de tazas clásicas en una subasta, supe que tenía que traértelo.
Carlos, quien estaba al lado de Omar, le ayudó a recibir el regalo.
—¡Gracias! Es muy encantador, pero no te hubieras molestado por este viejo tío —dijo Omar, sonriendo. Nadie se hubiera imaginado lo que en verdad transcurría por su cabeza.
—Solo es un pequeño obsequio. También les traje regalos, Jassiel y Camila —indicó Elías, siguiendo el juego de Omar y dirigiéndose a los otros dos. Le entregó una caja de apariencia exquisita a Jassiel y dijo: —Creo que te gustará este reloj acabado a mano de última edición, Jassiel.
Camila estaba nerviosa, pues sabía que seguía ella y su instinto le decía que evitara intercambiar miradas con Elías.
—No sabía de qué pudiera gustarle a Camila, así que hice una búsqueda general y escogí el brazalete más votado entre los regalos populares para las damas.
Elías tomó la última caja de regalo de su asistente. Era del tamaño de una palma y de color azul. Agarró la mano de Camila y dejó la caja en ella, pero debajo de esta, escondido a la vista de todos, le pellizcó la palma. Camila le miró sin poder creer que se atreviese a hacer eso. Ella tenía el corazón en la garganta, pero él, en contraste, sonreía con calma. Eso la hizo enojar.
«¡Maldito! ¿Cómo puede coquetear conmigo en presencia de todos?».
—Gracias, tío Elías —respondió Camila, aunque le lanzó una mirada molesta, asegurándose de que nadie más pudiese verla. Después, retiró su mano mientras calmaba su expresión y controlaba sus emociones.
—Fue un placer. Cualquier cosa por mi familia. —Elías le lanzó una gran sonrisa y se hizo a un lado.
—La fiesta está a punto de empezar. Elías, esto se organizó para darte la bienvenida. Vamos a saludar a los invitados. Deja que te los presente.
—¡Claro! —Elías asintió y mantuvo una sonrisa perfecta en su rostro. Cuando pasó por Camila, la rozó con uno de sus dedos a propósito. De reojo, pudo ver que ella se congeló al tocarla, a lo que le dio gusto por haber generado esa reacción.
«¡Qué maldito!».
Camila tuvo que soportar en silencio las tonterías de Elías y no mostrar su descontento, puesto que Jassiel seguía a su lado, aunque para sus adentros se encontraba maldiciendo a Elías. Por su parte, él comenzó a hablar, lo que la sacó de sus cavilaciones.
—Ya se fue. Deja de mirarlo.
—El abuelo ya no está aquí, así que no tienes que continuar con tu acto —replicó Camila, disgustada por su actitud. —Tu amante esa te debe de estar esperando, ya regresa con ella. Disfruta la fiesta. Yo me retiraré.
Se alejó una vez terminó de hablar, dejando a un Jassiel molesto en el cuarto, quien no fue a buscar a Cristina, sino que siguió a Omar y Elías. Quería mantenerlo bajo vigilancia, pues lo veía como un potencial competidor para la herencia familiar.
—Damas y caballeros, los he invitado esta noche para presentarles a un miembro de la familia Zaragoza… —La voz de Omar resonó por todo el salón y la fiesta comenzó de forma oficial.
Con los empleados y Jassiel atendiendo a los invitados, Camila supo que se encargarían del resto, por lo que no la necesitarían. Tomó una copa de vino y se escabulló al jardín para un poco de paz y tranquilidad, lejos de la multitud.