Capítulo 12 La humillación de Cristina
—¿El tío Elías mencionó cuando llegaría a casa, señor Fajardo?
Jassiel salió en la mañana hacia el aeropuerto, aunque, cuando Elías le dijo que tenía que atender a otro lugar, terminó por regresar solo a la casa. La fiesta comenzaría en menos de una hora, pero nadie había escuchado nada de Elías hasta ese momento. Claro, Camila tenía su número guardado en su teléfono; sin embargo, no quería llamarlo en lo absoluto.
—No se preocupe, señora Camila. Le llamaré para revisar cómo va todo —contestó Carlos antes de alejarse para hacer la llamada.
Regresó poco después e indicó que Elías seguía ocupado con algunos mandados, pero llegaría antes de que la fiesta empezara. Camila asintió y se retiró a seguir coordinando a los empleados sobre la comida y las bebidas para el festejo.
—¿Todo está listo, Cami?
—¡Ya casi, abuelo! —Camila se giró para mirar a los empleados, quienes estaban alineados frente a ella. Les dijo: —Todos escucharon mis instrucciones, ¿correcto? Hagan bien su trabajo esta noche y todos podrán tomar turnos para descansar durante el mes.
—Entendido, señora Camila.
Con eso, Camila les indicó que volviesen a trabajar y se dirigió hacia Omar.
—No se preocupe, abuelo. ¡Todo está listo! Los invitados llegarán pronto, así que me quedaré en la puerta para saludarlos. ¡Vamos! Tome asiento y descanse un poco antes de que lleguen. ¡Caminaremos mucho más adelante!
—Está bien, pero asegúrate de no trabajar de más.
Omar le dio una palmada en el brazo mientras se sentaba en una mesa cercana. Camila le asintió antes de apurarse a saludar a los invitados en la entrada mientras llamaba a Jassiel, pero no obtuvo respuesta de él. Carlos estaba ocupado dejando pasar a los invitados, cuando notó que ella estaba parada por su cuenta y, preocupado, le preguntó:
—¿Aún no hay señales del señor Jassiel?
—Está bien, puedo encargarme de esto sola.
Carlos todavía estaba algo preocupado, pero se reservó sus dudas y continuó atendiendo a los invitados. Camila sonrió tanto que su cara quedó tensa. Después de varios intentos, al fin logró conectar con Jassiel, pero todo lo que hizo fue burlarse de ella y colgarle. Por unos segundos, la sonrisa de su rostro se volvió amarga, pero regresó a la normalidad en un instante.
Ya era hora de empezar el festejo, pero ni Jassiel ni Elías se habían presentado aún. Camila comenzó a ponerse nerviosa, pensando que eso afectaría a la fiesta. Carlos caminó hacia ella y le susurró:
—Señora Camila, el señor Omar acaba de llamarle a Jassiel. Dijo que ya casi llega.
—Muy bien.
«¡No quiero estar ni un segundo más aquí parada como una tonta! ¡Una vez llegue Jassiel, iré a descansar a un lugar callado!».
Jassiel sí llegó muy rápido, pero estaba acompañado por Cristina. En ese momento, Camila estaba conversando con unos invitados sobre su relación con Jassiel.
—Sabes, ¡de verdad los envidio! Quiero decir, ¿de tortolitos de la infancia a esposos? ¡Es tan dulce! ¡Apuesto a que su matrimonio debe ser muy feliz, señora Zaragoza!
«¿Feliz? Ja… Ya quisiera…».
Camila se mantuvo callada, pues no sabía cómo contestar ante eso. En ese instante, uno de los invitados notó a Jassiel a la distancia y tiró un poco del brazo de Camila.
—¡El señor Zaragoza llegó! Debería ir a…
Se detuvo a media oración y la sonrisa de su rostro se volvió incómoda. Camila siguió su mirada y se topó con Jassiel y Cristina, quienes estaban parados juntos. Los dos lucían muy bien lado a lado. Cualquiera supondría que eran el uno para el otro, sobre todo con el brazo de Jassiel rodeando la cintura de Cristina.