Capítulo 8 Regresar al Chalé Zaragoza
Cristina se fue enojada después de anunciar su amenaza, a lo que Camila respondió con un gesto molesto. Esa misma tarde, Camila recibió una llamada del mayordomo de la Residencia Zaragoza, quien le informó que se llevaría a cabo en la residencia una fiesta de gala en tres días.
La familia Zaragoza había existido desde hace más de un siglo y la grandeza de esa fiesta de gala era evidencia de su influencia en Noram. Por ende, Camila debía regresar y ayudar con los preparativos de esta. Llamó a Jassiel por teléfono, pero él le declinó la llamada, así que decidió ir por su cuenta a la Residencia Zaragoza al día siguiente.
—¡Buenos días, señora Camila! —saludó el mayordomo, Carlos Fajardo, con una sonrisa al verla.
—Buenos días, señor Fajardo. ¿Sabe en dónde está el abuelo?
—El señor Omar se encuentra en el invernadero. Por favor, espere en la sala en lo que voy por él.
—No se preocupe. Lo veré allá —indicó Camila con una sonrisa antes de dirigirse al invernadero.
La Residencia Zaragoza había existido desde antes de los tiempos de Omar, por lo que, al menos, tenía unos 200 años. A través de las generaciones, la mansión se fue renovando y expandiendo a una increíble escala. Tanto Jassiel como Omar preferían los estilos clásicos, por lo que el diseño actual de la mansión era de un estilo más antiguo, similar al de los aristócratas del pasado. En el escenario moderno, la mansión resaltaba por su singularidad.
La residencia estaba rodeada por un gran jardín, que parecía más un bosque, con la única excepción de un invernadero moderno, escondido entre sus ramas. Nadie sabía por qué estaba ahí o por qué Omar lo atesoraba tanto. Camila llegó a dicho invernadero después de una caminata de veinte minutos. Vio a Omar sentado en una de las bancas de adentro y tomando té.
—¡Hola, abuelo! —saludó Camila mientras corría hacia él.
—¡Ah, Cami, llegaste! ¡Ven y prueba esta nueva mezcla de té Earl Gray que compré ayer!
Omar siempre había cuidado de su salud, por lo que se veía más atlético que alguien en sus 60 años. Por otro lado, era muy amigable con Camila, puesto que era su única nuera.
—¡Gracias, abuelo! —Camila recibió la taza con una sonrisa y tomó un sorbo de ella. —¡Vaya, sabe delicioso! Tiene un sabor fuerte y, aunque es relajante, da energía al mismo tiempo. ¡Es muy bueno con las mezclas de té, abuelo!
—¡Ja, ja, ja! ¡Tú sí sabes cómo alagarme! Por cierto, ¿dónde está Jassiel? ¿Por qué no vino contigo? —preguntó Omar con naturalidad mientras le servía otra taza de té.
—Jassiel aún está muy ocupado con el trabajo en este momento. Le volveré a llamar más tarde —contestó Camila con una sonrisa. Aunque al principio se congeló por un segundo, fue capaz de recomponerse con rapidez.
—Ese idiota… ¡Olvídalo! ¡Yo mismo le marcaré!
—Está bien, abuelo. —Camila no tenía ninguna razón rechazar la oferta de Omar de informarle a Jassiel sobre la fiesta.
—Lamento importunarte con la fiesta, Camila.
—¡Oh, no es ningún problema! ¡Solo hago mi parte como miembro de la familia Zaragoza!
—Si no hubiese sido por el fallecimiento tan pronto de los padres de Jassiel, no tendrías por qué trabajar tanto —exclamó Omar con un suspiro mientras le daba palmadas en la espalda y con una sonrisa en su rostro.
—Abuelo, estoy bien. ¡No se preocupe por eso!
Camila le consoló con una sonrisa y cambió el tema de conversación con rapidez para aligerar el ambiente. Poco después, se fue a trabajar. Regresó a su habitación, exhausta, alrededor de las diez de la noche. Tomó su bata de dormir y se retiró a bañarse.