Capítulo 5 Con quién dormiste anoche
—¿Por qué? ¿No temes que las personas se enteren?
—¿Por qué temería? —A Elías poco le importaba la familia Zaragoza; de hecho, celebraría si pudiese traer alguna desgracia a su propia familia.
«¿Y qué si los demás saben?».
—Tú… —Camila estaba en una encrucijada. Su actitud despreocupada le dejaba en claro que el hombre de verdad no le importaba en lo absoluto. Se mordió el labio y, con fiereza, le preguntó:
—¿Qué debería hacer para que no digas nada?
—Bueno, eso depende… —Elías se acercó a ella y lamió su oreja en una forma sugerente. —…de cuánto tiempo tome en que me harte de dormir contigo.
«Aunque solo los cielos sabrán cuándo me aburriré de ti».
—Muy bien, pero tendrás que mantener este pequeño acuerdo entre nosotros —declaró Camila apretando los dientes y asintiendo, aunque ignoraba lo que Elías en verdad tramaba. Ella consideró que este sería el mejor modo de llevar este asunto, puesto que no tenía manera de zafarse de él.
«Ojo por ojo, Jassiel. Tuviste la audacia de tontear con Cristina abiertamente, así que ¿por qué no podría tener una relación con tu tío?».
—Trato hecho.
«Aunque yo no diré nada, no me culpes si otros se enteran por su cuenta de nuestra relación» pensó Elías mientras soltaba a Camila y se alejaba un poco.
—Dame tu teléfono —ordenó Elías y Camila lo sacó y se lo entregó sin dudarlo. Él grabó su propio número con el nombre de contacto como «Tío Elías». —Ese es mi número. Debes de estar disponible las 24 horas del día y los 7 días de la semana. Recuérdalo.
—Anotado —contestó Camila, impaciente. Tomó el teléfono y le indicó que abriera la puerta. —Tengo que regresar ya.
—¡Rob! —gritó Elías a una de las esquinas de la sala.
Otro robot de la casa, el cual era idéntico al que estaba en el estudio, se acercó en silencio. Escaneó a Camila de pies a cabeza mientras unas luces rojas brillaban en sus ojos, guardando su información en el sistema.
—Esperamos verla la próxima vez, dulce dama.
La puerta se abrió en cuanto Rob terminó de hablar. Camila no se esperó ni para despedirse y salió disparada del lugar. Suspiró aliviada cuando ya estaba alejada de la casa de Elías. Tardó más de una hora en regresar al Chalé Alani, en donde vivía desde que se casó con Jassiel.
Camila se dio cuenta de que sus ropas estaban sucias cuando salió de bañarse, por lo que no tuvo otra opción más que buscar en el ropero de Elías por unas nuevas. Por tanto, cuando llegó a su casa, estaba vistiendo un conjunto deportivo de Elías que le quedaba muy grande. No había nada de atractivo en el modo en que se veía en ese momento. Para ser honestos, no era que a Camila le entusiasmase la idea de estar usando la ropa de un hombre desconocido, así deseaba cambiarse en cuanto antes.
—Camila Gassol, ¿a dónde fuiste anoche?
—Jassiel, ¿por qué estás en casa?
Camila se quedó impactada al escuchar la voz de Jassiel. El hombre ya tenía el hábito de regresar a la casa solo en medio de la noche y, la mayor parte del tiempo, con Cristina a su lado. Ella no se esperó que él estuviese ahí y la sorpresa hizo que se le olvidara sobre la ropa que tenía puesta.
—¿De quién es esa ropa? Camila, ¿al fin te cansaste de actuar? ¿Fuiste a buscar a otro hombre en cuanto salí de la casa con Cristina? —Jassiel se acercó con pasos pesados y la tomó con fuerza del cabello.
—¡Ah, duele! Jassiel, suéltame. —Camila no tuvo opción más que inclinar su cabeza debido al jalón y comenzó a temblar cuando notó la expresión de Jassiel.
—Escúpelo. ¿Con quién dormiste anoche? —Sus ojos se mostraban tan enfurecidos y rojos, como los de un demonio. El hombre comenzó a aplicar más y más fuerza sobre el cabello. Parecía que quería arrancarlo.
—¿Al fin me matarás, Jassiel? —preguntó Camila, ya sin inmutarse ante sus acciones y con una sonrisa siniestra. Sintió un gran sentimiento de desesperanza e ironía ante todo y comenzó a reírse por eso. —Sí, dormí con otro hombre y fue fantástico, fenomenal. Me harás a un lado como un juguete roto, ¿cierto? Pues te diré: ¡Allá afuera, la gente hace fila para dormir conmigo!
¡Zas!
—¡Zorra! —gritó Jassiel mientras le lanzó una fuerte cachetada en toda la cara.
—Tanto tú como yo, Jassiel. Como no quieres divorciarte, tendrás que presenciar cómo yo te engaño ahora.