Capítulo 4 Podemos pretender que nada pasó
Elías era el tío de Jassiel; además de ser un tema tabú dentro de la familia Zaragoza. A pesar de que se conocen desde la niñez, solo llegó a escuchar pláticas sobre el tío misterioso. Si no hubiera sido porque él asistió a su boda, Camila ni siquiera lo hubiera reconocido.
—¿No deberías estar en el extranjero o algo?
—El destino me trajo de vuelta ayer por la noche. —Por coincidencia, fue un amigo quien le pidió que se vieran para algo urgente y se encontraron en el Bar MC justo después de que se bajó del avión.
«¿Qué hago ahora? ¡Por todos los cielos! ¡Dormí con el tío de Jassiel!».
Camila lo empujó y comenzó a distanciarse de él; sin embargo, terminó resbalándose y tirada en el piso. Continuaba anonadada por todo el suceso, por lo que nada más reaccionó cubriéndose de nuevo con las sábanas. No sabía qué decir.
—¿Te duele alguna parte? ¿Por qué tienes que ser tan descuidada? —Elías suspiró con cansancio y se levantó de la cama para recogerla.
—Iré a bañarme. —Camila se paró de golpe de inmediato y corrió hacia el baño.
Clic.
Ella cerró la puerta con seguro y giró la manija varias veces para asegurarse de que no se pudiera abrir. Suspiró aliviada al comprobarlo. Se sentía entumecida cuando entró a la regadera. El agua fría caía sobre ella, pero permaneció inmutable. Chocó su cabeza contra la pared de cerámica, sintiéndose frustrada por lo que había hecho.
«¿Qué haré ahora? ¿Cómo se supone que mire a Elías a los ojos más adelante?».
Del otro lado de la puerta, Elías ya se encontraba vestido. Caminó hacia el otro cuarto y quitó las sábanas manchadas con la virginidad de Camila. Después fue a su estudio, en donde se sentó y prendió un cigarrillo antes de hacer una llamada.
—Investiga lo que ocurrió después de que Jassiel y Camila se casaron. —Su respuesta llegaría para cuando se estuviese acabando ese cigarrillo.
«¿Jassiel no consumó el matrimonio en la noche de bodas y, en su lugar, fue a tontear con la hija ilegítima de la familia Gassol? ¿No se supone que él y Camila se casaron por amor? ¿Qué pasó?» pensó Elías. Arqueó una ceja mientras leía toda la información de naturaleza sensacionalista que encontraron. Esto en verdad le llamaba la atención.
Elías comprendió que era probable que la esposa de su sobrinito se sintiera indignada después de quedarse sola ayer. Fue al Bar MC como un método de venganza contra su adúltero esposo. En otras palabras, no hubiese importado si Elías estuviese ahí o no ayer, la noche salvaje hubiera pasado con cualquier elegido de Camila.
Se molestó al darse cuenta de eso. Sus delgados dedos comenzaron a chocar con su escritorio. Justo cuando contemplaba qué haría con Camila, el robot de la casa, quien había permanecido inmóvil en la esquina, comenzó a parpadear unas luces rojas.
—Señor, una persona no autorizada está intentando abrir la puerta.
«¿Ella ya quiere escapar?» pensó Elías. Se levantó de su asiento y sus labios se arquearon en una sonrisa.
«Maldición, ¿por qué no puedo abrir esta puerta?» pensó Camila. Ella se encontraba en la sala. Sudaba debido a los nervios que sentía mientras intentaba abrir la puerta. De vez en cuando volteaba para mirar sobre su hombro; aun así, la puerta no cedía, sin importar lo mucho que tratase.
—¿Te irás, así como así?
«Me descubrió».
El cuerpo de Camila se tensó. Escuchó unos pasos que bajaban por las escaleras y, poco a poco, se acercaban a ella. Sintió el aura dominante del hombre detrás de ella. Fue inmovilizada por dicha presencia y se quedó congelada en su lugar.
—¿Permanecerás callada de este modo?
La voz grave de Elías retumbó en sus oídos. Bajó su tono a propósito para sonar mucho más atractivo. Camila tragó saliva en respuesta al escucharla. Logró poner una sonrisa débil en su rostro, se giró y, moviendo sus pestañas de forma inocente, dijo:
—Tío Elías, ¿podrías hacer caso omiso de lo que pasó ayer, por favor?
«No creo que quiera que todo el mundo se entere de que se acostó con la esposa de su sobrino, ¿cierto?» pensó Camila, aferrándose a ese pensamiento como si fuera su única salvación.
—Por supuesto…
Camila cruzó miradas en ese momento. La de ella estaba llena de esperanza, pero una necesidad de molestarla creció en Elías. Imaginó que sería divertido si lograba hacer que se pusiera nerviosa.
«¡Qué conejita tan linda! De alguna manera, ella logra sacar a la luz todos mis fetiches más raros» pensó Elías y, con eso en mente, dijo:
—Por supuesto que eso será imposible.
Al escucharlo, la sonrisa en el rostro de Camila se derrumbó como un castillo de naipes.