Capítulo 9 Seducir a otros
¡Pum!
La puerta del baño fue abierta del golpe mientras ella estaba en la regadera. Debido al agua, no había escuchado que alguien hubiese entrado al cuarto antes. El sonido del golpe asustó a Camila. Tomó la toalla con rapidez para cubrirse antes de mirar a los ojos del intruso, Jassiel.
—¿Qué rayos haces? —preguntó, todavía impactada.
Jassiel se paró por un momento, pero de inmediato hizo un gesto de odio y se acercó a ella.
—¿Por qué te cubres? ¿Qué? ¿Le puedes mostrar tu cuerpo a un desconocido, pero no a tu propio esposo?
—¿Qué quieres? —Camila trató de controlar la amargura que sentía en su corazón y le miró con calma, aunque su actitud fría solo hizo que Jassiel se enojara más.
—¿Qué crees que quiera? —preguntó con un gesto molesto mientras miraba a sus hombros.
La piel clara de Camila se había puesto un poco rosa debido al agua caliente, lo que la hacía lucir más irresistible. Nada más pensar en que otro hombre disfrutó de su cuerpo hizo que Jassiel estallase de la rabia. Comenzó a tirar con violencia la toalla que llevaba puesta.
—¡Oye! ¡Suéltala, Jassiel! —Camila no quería tener relaciones en esa situación tan peligrosa, por lo que comenzó a resistirse con todas sus fuerzas.
—¡Soy tu esposo! —Para Jassiel, sus acciones eran una señal de resistencia y rechazo hacia sus avances, por lo que la tomó del cuello con una mano y, con la otra, le arrancó la toalla. La arrinconó contra la pared y comenzó a apretar su cuello. —Zorra, ¿por qué actúas tan inocente y pura ahora? ¿Así es como seduces a los otros hombres?
—¡Suéltame! —El rostro de Camila comenzaba a ponerse rojo debido a la falta de aire.
—¿Bueno? ¡Contéstame! ¿Así es lo haces? —preguntó Jassiel con violencia, sus ojos brillando de odio.
Camila no podía decir nada debido a la presión que incrementaba sobre su cuello, pero él tomó su silencio como otra forma de resistencia y comenzó a tocarla con brusquedad como represalia. Estaba tan consumido por la ira que ni siquiera le importó que sus acciones dejasen marcas en su cuerpo.
—¡Contéstame, zorra!
«Ja, ja… la traté con tanto amor y afecto, pero ¿así me lo paga, engañándome con otros hombres? Si ese es el caso, ¡entonces no tengo ninguna razón para contenerme!».
Con eso en mente, Jassiel la tomó de la barbilla y la besó en los labios. A diferencia de Elías, el olor a cigarros inundó el beso entre ellos, lo que asqueó a Camila por completo cuando se dio cuenta de que había dormido con Cristina antes de ir con ella. Fueron esos mismos sentimientos de repulsión los que le permitieron recuperar fuerzas para empujarlo y alejarlo.
—¡No me toques, Jassiel! ¡Me das asco! —dijo con una mirada de odio.
—¿Y esos otros hombres no? ¡No eres más que una zorra desesperada por hombres, Camila! Pero estás casada conmigo, ¡así que eres mía para hacer lo que me plazca y lo haré cuándo quiera y cómo quiera!
Jassiel sonrió de forma macabra y comenzó a juntar sus cuerpos poco a poco. Camila se asustó por el brillo malévolo de sus ojos, comenzó a forcejear con frenesí y terminó por agarrar la cabeza metálica de la ducha.
—¡No te acerques más, Jassiel! ¡No me obligues a usar esto!
—¿O qué? ¿Me pegarás? ¿Quién te crees que eres, Camila? —preguntó Jassiel mientras continuaba acercándose a ella.
Justo cuando estaba por proseguir, se escuchó a alguien golpear la puerta del cuarto.
—Señor Jassiel, el señor Omar quiere hablar con usted.