Gildardo no tenía respuestas.
—Esta vez no había ningún peleador muy cualificado involucrado en absoluto. ¡Solo era la Familia Gaona! ¿Quién podría ser? Si ni siquiera puedes enfrentarte a la propia Familia Gaona, ¡olvídate de la persona que la respalda! —gritó Gerardo con rabia.
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