Capítulo 362 Tener agallas
Mientras tanto en Duriana 16 hombres estaban arrodillados en fila en el suelo. Todos tenían los brazos rotos y estaban atados, así que no tenían ninguna posibilidad de escapar. Nicandro Jiménez se sentó frente a ellos y los miró.
—No está mal, tener agallas. En realidad, vinieron a Duriana a matarme. ¿Se sobreestiman? ¿O los menosprecian? —Señaló a los lobos que estaban a un lado.
Obtiene más cupones de libro que los de la app Recargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread