Capítulo 200 Donación masiva para infraestructuras
Estábamos hablando de más de 300 hombres. Aparte de los que quedaban para conducir los coches, todos los demás tenían los brazos y las piernas rotas. Sólo podían aullar de dolor en el suelo y soñar con levantarse. Pero los lobos sólo jadeaban. Algunos sangraban, pero había emoción en sus ojos. ¡Mirar a los ojos en la oscuridad era como mirar a lobos aterradores y viciosos!
—¿Qué les parece? ¿Piensan los cinco que este pastel llamado Duriana es sabroso? —Nicandro tiró la colilla de su cigarrillo y se acercó para mirar a Camilo y a los otros jefes. No estaba interesado en hacer ningún movimiento. Este tipo de hormigas no requerían que este Dios de la Guerra hiciera nada.
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