Valentín se quedó dónde estaba y su cara ardía de dolor. No se atrevía a perseguirlos porque Nicandro era muy fuerte. No se atrevía a ofender a un lunático. Todos a su alrededor miraban fijamente a Valentín, y algunos de los clientes empezaron a cuchichear entre ellos.
—¿Han escuchado eso? Ha amenazado a la mujer de otro. ¿Acaso este tipo de persona no teme que la maten a golpes?
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