Capítulo 558 La verdad en el correo electrónico
—No—. Santiago no sabía cómo explicárselo. Miró hacia el salón y no vio la figura de Melinda a través de las ventanas francesas.
—¡Vamos, entra en el auto! —Tiró con fuerza de su madre hacia la parte delantera del auto Lincoln alargado, abrió la puerta y la obligó a entrar—. ¡Estefanía! ¡Entra en el auto!
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