Capítulo 297 El dolor de Melinda
Era el dueño de la casa y, sin embargo, no la saludó. Melinda tampoco podía quejarse. Desde el momento en el que lo vio, su mente se había quedado en blanco. Al final, no pudo aguantar más su mirada y apartó la vista.
Por fortuna, Sonia intervino en ese momento.
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