Capítulo 281 El secuestro en Puerto Esmeralda
Las luces fluorescentes de Navelia los iluminaban y estaban de pie junto a la barandilla de lo que parecía un balcón. Melinda estaba apoyada en sus brazos mientras él les tomaba una foto. Había luz en sus ojos y sus sonrisas eran hermosas.
Santiago podía ver que era un hombre más feliz en aquellos días. Mucho más feliz. Luego hojeó el álbum. Todas eran fotos de ellos pasando dulces momentos juntos. Cenaban juntos, paseaban juntos, se tomaban de la mano juntos, compraban bocadillos juntos e incluso les clavaban el diente a los malvaviscos juntos. Se veían felices y contentos.
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