Capítulo 51 Otro día, otro problema
Marcelo no dijo nada. Se rehusó a ver a Santiago porque odiaba a ese hombre. Justo mientras Melinda se preguntaba quién era el chico, Santiago le puso el algodón de azúcar en las manos. Su acción la tomó por sorpresa y ella batalló para agarrarlo. Cuando por fin salió de su estupor, Santiago ya se iba.
—¡Oye! —Ella fue detrás de él, arrojando el algodón de azúcar al bote de basura, dejando la recepción—. ¡Espérame!
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