Capítulo 41 No le digas
Dentro de la oficina del departamento de diseño en Grupo Falcó, había más de una docena de los mejores diseñadores, trabajando duro. Todos estaban de buen humor y la atmósfera de trabajo era productiva. En un punto, Mónica alzó la mirada sin darse cuenta y vio a Santiago pasar por ahí. Él tenía una mano en el bolsillo y su figura distinguida consumía toda su atención. Fue tan solo una mirada voladora, pero ella la reviviría en su corazón por años.
Mónica puso una sonrisa, enfocándose en su boceto una vez más. Todo, desde su cabello hasta sus aretes, e incluso su esmalte de uñas, demostraba a gritos lo ordenada que era Mónica. Era una mujer refinada que prestaba atención a todos los detalles. Su ropa estaba presentable, su figura era alta y delgada, y cuando se trataba de trabajo, ella era meticulosa y profesional. Daba una sensación de ser alguien glamoroso, pero reservado.
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