Capítulo 22 Divorciarse
Por la tarde, Santiago se dirigió a Puerto Esmeralda en un Lamborghini, iba sentado atrás. Cuando la luz del sol del atardecer iluminó el contorno de su rostro, frunció las gruesas cejas. Recordaba haber hecho el amor con Melinda siete años atrás, y hace solo unos días, haber conocido a sus hijos por primera vez. Todo era tan surrealista que cayó aturdido.
Mientras tanto, el auto avanzaba lento porque estaban atrapados en un atasco. De repente, vio a un padre y a un niño que salían de una juguetería. Al niño parecía encantarle su nuevo robot azul. En cuanto el padre lo recogió, el niño sonrió. Su sonrisa contagió a Santiago.
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