Capítulo 43 Jodidos sentimientos
La miró con rabia, como desafiándola, como si ella tuviese toda la culpa de que él se sintiese fuera de sí, incapacitado para obrar con lógica, para actuar con racionalidad y no dejarse influenciar por los malditos impulsos. Y los sentimientos se enredaron. No podía sentir ese amor por la música, por la fotografía, ni podía sentirse libre. Dios, ya no sentía esa libertad con la cual podía hacer lo que quería, cuando quería, con quién quería y donde quería. Tampoco sentía desagrado por su cuñada, aquella mujer que engañaba a su esposo con cuantos hombres jóvenes se le cruzaba por el camino. Ya no había enojo ni rabia hacia su padre, quien se creía dueño de todo el Reino Unido y entonces, ¿por qué sentía nacer una persona diferente dentro de sí?
Maldita sea. Xander no lo quería. Él quería seguir siendo el mismo hombre libre y despreocupado. Quería seguir siendo ese músico callejero, ese fotógrafo aficionado que iba de ciudad en ciudad, conquistando corazones por doquier. Quería divertirse con las mujeres y hombres y quería continuar sintiéndose satisfecho consigo mismo. Quería continuar siendo aquel chico que gozaba estando con una mujer distinta o con un hombre distinto cada noche en su cama, siendo él mismo, libre y sin ataduras. Quería continuar siendo él mismo y eso tenía que seguir.
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