Capítulo 33 ¡Nunca me enamoré!
¿Estaba bien enojarse? Sí. ¿Estaba bien dejar que la rabia siguiera bullendo dentro de sí? Obvio que sí. Es que era el colmo de todo y Xander no sabía qué hacer. Porque su cabeza era un tremendo lío de pensamientos enredados y la imagen que tenía delante de él no le ofrecía ninguna maldita ayuda. Además, ¿por qué sentía que todo seguía siendo una jodida actuación? Hanna solo estaba jugando a ser una chica decente, cuando en realidad no lo era.
La miró fijamente, tratando de descifrar algo en ella, como si estuviese buscando cualquier “verdad”. Pero Hanna tenía apoyada la espalda contra la pared y parecía un cachorrito herido y asustado. El enojo fue tanto que Xander podía sentir en sus entrañas que terminaría explotando de ira y no le convenía; saldría perdiendo. Entonces, ¿quién carajo se creía Hanna para actuar de tal manera que parecía verdaderamente ofendida por el beso? Y lo siguiente que vio, provocó que todas las emociones se intensificasen. Enojo, rabia, ira…
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