Capítulo 77 Nunca podría cambiar
El único sonido que llegaba a sus oídos eran sus propios latidos y, ¿seguía respirando, cierto? Sí, por supuesto que lo hacía. Era casi imposible describir qué era con exactitud aquella mezcolanza de sentimientos que comenzaron a despertar y aflorar dentro de sí; su mente se sumió en un caos de memorias difusas, de recuerdos que emergían como un manantial de aguas turbias… ¿Qué carajo le estaba pasando?
—Oh… Hola, Hanna, ¿cómo estás?
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